Necesidades

Carencias personales y necesidades personales ¿Son lo mismo?

Carencias personales

Las carencias personales son algo que no se posee, independientemente de que se deseen o no. Por otro lado, una necesidad personal es algo que se desea conseguir, aunque no se carezca de ello. Es fácil confundir estos términos, por ello he escrito este artículo.

Las carencias personales son las ausencias o deficiencias en ciertas capacidades, habilidades, o rasgos emocionales y cognitivos de una persona. Todos estos aspectos son recursos personales. Tienes un listado de ejemplos de recursos personales en este mismo sitio para que sepas a qué me refiero.

Estas carencias pueden afectar diversos aspectos de la vida del individuo, incluyendo su bienestar emocional, sus relaciones interpersonales, y su desempeño en distintos ámbitos como el laboral o educativo.

Las carencias personales pueden surgir por diversas razones, como experiencias tempranas de vida, educación, entorno socioeconómico, o incluso factores biológicos. Por ejemplo, una persona puede tener carencias en la autoestima, que se manifiestan en una constante necesidad de aprobación externa, o puede carecer de habilidades sociales, lo que dificulta la formación de relaciones saludables.

10 ejemplos de carencias de una persona

Estos son los 10 ejemplos de carencias personales más frecuentes:

  1. Baja autoestima: Dificultad para valorarse y reconocer las propias habilidades y cualidades.
  2. Falta de habilidades de comunicación: Problemas para expresar pensamientos, sentimientos o necesidades de manera efectiva.
  3. Dificultades en la gestión emocional: Incapacidad para identificar, entender y manejar las propias emociones.
  4. Inseguridad: Tendencia a dudar constantemente de uno mismo y de las propias capacidades.
  5. Dependencia emocional: Necesidad excesiva de atención o aprobación de los demás, llevando a relaciones poco saludables.
  6. Procrastinación: Tendencia a posponer tareas y responsabilidades importantes, afectando la productividad y el cumplimiento de objetivos.
  7. Dificultades en la toma de decisiones: Incapacidad o miedo a tomar decisiones, llevando a la indecisión crónica.
  8. Miedo al rechazo o a la crítica: Evitar situaciones donde se pueda ser juzgado o rechazado, limitando las oportunidades de crecimiento personal y profesional.
  9. Falta de asertividad: Dificultad para expresar opiniones o defender los propios derechos de manera clara y respetuosa.
  10. Intolerancia a la frustración: Dificultad para manejar situaciones donde las cosas no salen como se esperaba, llevando a reacciones desproporcionadas o desánimo.

Estas carencias no definen a una persona por completo y, con el enfoque y apoyo adecuados, pueden ser superadas o mejoradas significativamente. Es importante recordar que reconocer y trabajar en nuestras carencias es parte del proceso de crecimiento y desarrollo personal.

Cuando decimos que alguien tiene una carencia personal lo hacemos desde nuestro punto de vista subjetivo. Probablemente nuestro juicio no coincide con la apreciación de la persona que se supone que carece de algo. En este sentido, lo que no se percibe no existe.

Por ejemplo, una persona puede carecer de habilidades sociales desde nuestro punto de vista, pero desde el suyo no. Si se comporta de un modo poco efectivo con los demás puede ser, siempre desde su punto de vista, por causa de los otros, pero no por culpa suya. Él obra bien, son los otros los que son complicados.

Una persona puede carecer de sentido del humor desde nuestro punto de vista, pero desde el suyo no, porque puede pensar que lo del sentido del humor es propio de gente poco seria y descentrada.

Nosotros podemos atribuir a los demás un importante catálogo de carencias que ellos puede que no reconozcan. En realidad, todo lo que se aparte de nuestro estándar ideal de persona lo catalogamos como una carencia. También vemos como carencias todo lo que hace que el otro no nos resulte efectivo ni eficaz según nuestros propios intereses y necesidades.

Estamos acostumbrados a etiquetar como carencia todo aquello que supone una desventaja o un menoscabo de recursos. Decimos que alguien carece de amigos, de trabajo, de dinero, de casa, de inteligencia, y de conceptos similares. Todo esto está claro que son carencias que nadie desearía tener. Pero ¿todas las carencias son indeseadas?

Es un hecho que, según como se mire, mucha gente carece afortunadamente de aspectos desventajosos, como la capacidad de crear mal ambiente, la necesidad de satisfacer necesidades fisiológicas exageradas (comida, substancias, sexo, sueño, etc), la capacidad de desconectar emocionalmente, o la capacidad de utilizar la violencia. Las personas que no carecen de estos aspectos negativos pueden obtener ventajas y beneficios que los demás no alcanzarán nunca. Esas carencias son una ventaja en su caso.

De una forma más clara: la falta de escrúpulos (carencia donde las haya) es una ventaja para determinadas personas y actividades que buscan el beneficio propio por encima de cualquier cosa.

Al contrario de lo visto con las carencias, una necesidad personal siempre obliga a la persona a movilizar recursos para tratar de lograr cubrirla. Necesidad implica carencia, aunque no se carezca de nada. Piénsese en la ambición infinita por el dinero, que nunca se sacia en muchísimas personas por mucho que tengan.

Piénsese en el afán del coleccionista, que nunca tiene bastante para conseguir una buena colección. Es el caso también de los perfeccionistas, que nunca terminan de satisfacer su carencia de finalización óptima de lo que hacen. Es el caso incluso de los competitivos, que nunca consiguen suficientes medallas en todos los ámbitos de sus vidas.

Por lo tanto, una necesidad supone una carencia desde un punto de vista subjetivo, aunque aquello de lo que se adolece se posea en abundancia.

En primer lugar, hay que tener muy claro que las necesidades de la organización no son las de las personas que la componen. Del mismo modo, las carencias percibidas por la organización en sus miembros no son las mismas que estos se perciben en ellos mismos.

Si esto es así, inversiones en formación o en equipos que tengan como fin suplir carencias no percibidas tendrán poco recorrido. Como mucho servirán para adquirir habilidades sencillas, pero no para cambiar actitudes o para potenciar cambios importantes, que es de lo que se trata en muchas ocasiones.

No podemos, pues, confundir carencias con necesidades en ningún ámbito. Tampoco en el de coaching. Porque si el técnico detecta carencias en ámbitos en los que su cliente no siente la necesidad de cambiar, entonces su trabajo se reducirá al consejo y poco más.

Sucede lo mismo en psicoterapia, donde ante un problema no reconocido nunca se busca solución. Llevar a alguien al psicólogo en contra de su voluntad no es nunca buena idea.

En cualquier ámbito de la vida, enseñar habilidades siempre es positivo, pero las habilidades solo se mejoran y se mantienen en el tiempo con su práctica. Sin la necesidad percibida de cubrir la carencia de habilidades, no se pondrán en práctica y se perderán igual que se adquieren.

Debemos tener muy claras las propiedades de las necesidades personales, solo entonces evitaremos confundirnos en temas que solemos simplificar mucho como, por ejemplo, el de la motivación. Por eso no entendemos por qué nuestros intentos motivadores no tienen éxito o, también frecuente: por qué no estamos motivados.

En general somos muy aficionados a atribuir motivos y necesidades a los demás. Sobre eso construimos nuestras teorías de la mente de los otros. No está de más reflexionar sobre estos temas, para no equivocarnos y errar con nuestras estrategias interpersonales. La teoría de la dinámica y estrategia interpersonal expuesta en este mismo sitio puede ayudarte a reflexionar sobre todas estas cosas.

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Como psicólogo, después de toda una vida dedicada a la gerencia y organización de grupos pienso que el ser humano no puede entenderse si no es en relación con los demás. Me alegro de poder compartir contigo mis aprendizajes a cerca del complicado mundo relacional.
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