Poder

Las 4 claves de la definición de poder

La definición de poder

La definición de poder oficial no existe como tal. A lo largo de la historia ha habido múltiples autores que han dado su propia definición, pero todas ellas tienen sus problemas. En este artículo repasamos el concepto de poder y sus definición.

El término «poder» ha sido definido de muchas maneras por diferentes autores a lo largo de la historia, reflejando diversas perspectivas en campos como la política, la sociología, y la filosofía. Aquí te presento algunas definiciones notables:

  • Max Weber: Weber, un sociólogo y economista alemán, definió el poder como «la probabilidad de que un actor en una relación social esté en posición de llevar a cabo su propia voluntad a pesar de las resistencias«. Esta definición enfatiza la capacidad de influir en el comportamiento de otros, incluso contra su voluntad.
  • Michel Foucault: Foucault, un filósofo francés, veía el poder no simplemente como algo que se posee, sino como algo que se ejerce a través de redes complejas. En su visión, el poder está presente en todas las relaciones y es parte integral de todas las estructuras sociales.
  • Robert Dahl: Dahl, un politólogo estadounidense, describió el poder como «la capacidad de A para hacer que B haga algo que B no haría de otra manera». Esta definición se enfoca en la influencia directa y observable de un actor sobre otro.
  • Steven Lukes: Lukes, un teórico social y político, propuso un modelo de tres dimensiones del poder. Su enfoque va más allá de la toma de decisiones y la influencia abierta, incluyendo cómo el poder puede moldear los deseos y creencias de las personas de manera menos evidente.
  • Hannah Arendt: Arendt, una filósofa y teórica política, diferenció entre poder y violencia, considerando al poder como algo que emana del grupo y que existe siempre que las personas se unen y actúan en conjunto. Para ella, el poder está más relacionado con la acción colectiva que con la coerción individual.

Cada una de estas definiciones aporta una perspectiva única sobre el poder, reflejando las diferentes maneras en que los individuos y las instituciones pueden influir en los demás y en la sociedad en general.

El poder es el resultado de haber tomado las decisiones correctas y de haber aplicado de forma óptima nuestros recursos, mejores o peores, pero nuestros, al fin y al cabo. Es el resultado de haber hecho bien las cosas para manejar la forma en que dependemos de los demás y, a su vez, el modo en que los demás dependen de nosotros.

La definición de poder popular es errónea. El poder no es un recurso. El poder no se da ni se quita, pero sí se gana o se pierde. Entender bien qué es el poder es el primer paso para alcanzarlo, utilizarlo bien y protegerlo para conservarlo. En este apartado vamos a analizar el fenómeno del poder desde la perspectiva de la teoría de la dinámica y la estrategia interpersonal.

La definición de poder popular es errónea. El poder no es un recurso. No existen los diferentes tipos de poder. El poder no se da ni se quita, pero sí se gana o se pierde. Entender bien qué es el poder es el primer paso para alcanzarlo, utilizarlo bien y protegerlo para conservarlo.

Ya hemos visto en este mismo sitio los fundamentos teóricos del poder interpersonal, y hemos visto que su naturaleza es muy volátil y dependiente de numerosos factores. Aquí vamos a incidir en las cuatro claves de la definición de poder que todos conocemos a nivel intuitivo, pero que es necesario hacer explícitas.

No existen los tipos de poder. El poder es un fenómeno social universal que se manifiesta en diferentes escenarios y contextos. Hablar de tipos de poder es una falacia muy común.

Las 4 claves de la definicion de poder

Hemos visto que la situación de poder es un resultado de haber gestionado bien los recursos y la forma en que los otros dependen de nosotros.

Poder y poder interpersonal significan lo mismo, porque el poder se desarrolla entre personas y son las personas las que gestionan entre ellas el modo en que dependen unas de otras.

Por ello, encontramos en esta definición de poder cuatro claves sobre las que deben apuntar nuestras estrategias en nuestro afán por empoderarnos. Las claves son:

  • El hecho de que todo es una consecuencia de cómo hagamos las cosas, el resultado de un proceso.
  • También de que nuestro poder logrado depende de qué recursos apliquemos y cómo.
  • Al mismo tiempo, todo es el resultado de una buena gestión, llámese estrategia.
  • Por último, todo depende de cuáles sean nuestras dependencias hacia los otros y, lo que es más importante, cómo las percibimos.

De ello se desprende nuestra definición de poder según la teoría de la dinámica y estrategia interpersonal: el poder es la consecuencia de la aplicación de recursos para gestionar las dependencias percibidas. Veámoslo con detenimiento.

El poder, y más concretamente el poder interpersonal, es el resultado de haber realizado una serie de buenos movimientos con los recursos que tenemos en cada momento.

De nada sirve que pongan a nuestra disposición grandes recursos si no somos capaces de gestionarlos. No nos servirá de nada que nos coloquen en un rango alto del organigrama si no podemos manejar esa posición con diligencia.

En definitiva, como el poder surge por contacto con los otros, dependemos de los otros para obtener nuestro poder porque sin los otros no somos nada. Pero ello siempre será el resultado de un proceso relacional. El poder no es una cosa, un patrimonio o un estatus. El poder es el resultado de cómo me he desenvuelto entre los otros con los recursos, personales y materiales, de los que disponía para hacerlo.

Es un error común considerar el poder como un recurso más. “Él tiene el poder”, “Le ha sido otorgado un gran poder”. Eso, que intuitivamente es lo que todos pensamos, es erróneo. El poder no es un recurso, es el resultado de manejar bien los recursos.

Si una persona tiene muchos recursos, entonces está en una muy buena posición siempre respecto a otra que tiene menos recursos. Esto es así porque, como hemos visto en las dimensiones de los recursos, su valor siempre es ordinal respecto a otro. Es decir, que siempre es relativo. Uno es poderoso respecto a alguien, y lo es tanto como menos poderoso es el otro.

Una buena disposición de buenos recursos concede una posición privilegiada para lograr un estatus de poder. Pero ello no garantiza nada, porque todavía queda por considerar el modo en que la persona depende, y percibe que depende, de los demás. Al mismo tiempo, todo es consecuencia de la forma en que gestione sus recursos.

Piénsese en las herencias dilapidadas, en los altos cargos directivos de mes y medio, en los fracasos judiciales con la ley de nuestro lado. Piénsese en la enorme inteligencia, fuerza, belleza, o la cualidad personal que se prefiera, no aprovechadas por no saber sacarles partido.

Una buena disposición de recursos de alta calidad simplifica en determinados casos la gestión de cualquier situación. No obstante, cuando nos enfrentamos a una persona con peores recursos que los nuestros, pero con gran habilidad para manejar lo poco que tiene, el resultado puede ser que nos termine poniendo en graves aprietos. Realmente, tan importante es lo que tienes como la habilidad con la que lo manejas.

También, una gran disposición de recursos puede llevarnos a la inercia y a pensar que todo está resuelto, con lo que es precisamente la gran cantidad de recursos la que nos lleva directos al fracaso por un exceso de confianza.

Una buena gestión de recursos pobres puede paliar la baja calidad o la escasez de lo que se tiene. Con ello, el poder va y viene como consecuencia de la habilidad de quien lo maneja, siempre en relación a los demás. Recordémoslo, el poder es un hecho social, siempre lo es en relación a los demás.

Esto revela la importancia que tienen los recursos personales y no solo los materiales.

También en relación a los demás lo somos y lo tenemos todo, por lo tanto, la percepción que tengamos de esas dependencias es clave en nuestra habilidad como poderosos. No tanto a veces por cómo dependemos de otros, sino por el modo en que los otros dependen de nosotros y no lo saben ver.

En este mismo sitio hemos visto que la naturaleza de la relación nos lleva a situaciones en las que dependemos de los demás en un ámbito, pero en otros ámbitos dependen esos mismos de nosotros, lo que lleva a un interesante juego estratégico de suma y resta de dependencias.

La dependencia siempre es percibida, por lo tanto, si no percibimos bien la realidad, tendremos una visión alterada del estado de las cosas, y eso siempre es malo. Podemos sobreestimar al otro o subestimarlo. Sea como sea, en tal caso actuamos en terrenos mal definidos, y eso nos impide emplear bien nuestros recursos.

En otro lugar hemos profundizado mucho en este punto tan importante bajo el concepto de simetría y reciprocidad de la relación, por lo tanto no vamos a entrar más en detalles.

El poder no es una cosa. No tiene entidad. Ni se da ni se quita. No hay tipos de poder, como se publica con frecuencia, sino contextos de expresión del poder. En este mismo sitio tienes un extenso análisis de los 5 determinantes de las relaciones de poder. En este análisis se profundiza en estos conceptos de poder interpersonal.

El poder es un hecho social. Sin sociedad no hay poder porque el poder es la resultante de una relación. Es la forma en que se manifiesta la asimetría en la relación, luego no se es poderoso a priori, sino como consecuencia del modo en que manejamos las 4 claves de la definición de poder.

Esta concepción del poder abre puertas para acabar con la parálisis del que piensa que como no le han dado el poder, no lo tiene como recurso y, por lo tanto, está sometido al poderoso. El poder se gana, después se trabaja por mantenerlo, pero no se da ni se quita.

¿Estás de acuerdo? Espero tus comentarios

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Como psicólogo, después de toda una vida dedicada a la gerencia y organización de grupos pienso que el ser humano no puede entenderse si no es en relación con los demás. Me alegro de poder compartir contigo mis aprendizajes a cerca del complicado mundo relacional.
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